sábado, febrero 21

Cuentos para ignorar (trípode)

La mano contra la pared, el brazo completamente extendido,piernas separadas.Son las máximas que jamás olvidó y que en ese momento le eran vitales para salir airoso de la situación "...te garantizo que si lo haces tal cual te lo estoy diciendo, el efecto trayectoria/rebote en la pared, no dejará rastro ni evidencia",-¿Qué será del Loco Lara?- pensó.Mal que mal el Loco le había enseñado más de la vida que la vida misma, le dio techo cuando la familia le dio la espalda, comió de su plato, bebió de su vaso, el Loco era sin duda creador de lo que él era ahora, era gestor de esa postura de trípode para mear, de sus tics a la hora de recitar poesía, de su habito de no fumar sin comer, de su hálito alcohólico perpetuo, de sus pastillas en el bolsillo, de su pelea constante con la vida, de sus lágrimas de hombre, de su desapego nocturno, de su corazón roto, de su pantalón meado.

jueves, febrero 12

Quiero ser un viejo pesao (creo que viejo culiao igual aplica,pero no textual,claro)

Quizás la sentencia que usé por titulo le parezca, por lo menos, premonitoria y totalmente cercana a la realidad, pero hoy la he tomado como meta final al camino que llevo.

Quiero andar en pantuflas y pantalón de buzo, recoger el diario (si todavía existe) y putear de lo lindo al vecino que me riega el ante jardín de pura "buena onda", quiero arrastrar las patas hasta el mullido sillón que dará descansó a mi vieja y mañosa humanidad, hojeando el diario me quejaré de la huevás de noticias que llenan las hojas (seguramente soltaré uno de mis clásicos "en mis tiempos no era así") al lado del sillón una pequeña mesita, en ella una taza de té con limón (!sólo cascara de limón mujer, sólo la cáscara!), al lado de la taza los controles remotos de todos los artefactos necesarios, la idea es no moverme hasta la hora del almuerzo (y putear por la demora de este, claro).

Al almorzar me quejo de lo suelta que dejo la prótesis el dentista y en su ausencia lo puteo a lo largo de toda su línea genealógica, me trago la sopa y espero el segundo plato, como es costumbre no siento las patas, tomo el control remoto de la calefacción y me doy cuenta que el "técnico" (aun puedo mover las manos para mi ya clásico gesto de las comillas) aun no hace bien su pega, pienso en putearlo pero prefiero llamar al servicio técnico y hacerlo presencialmente.

Terminada la digestión del almuerzo (siesta en el sillón incluida) salgo a dar mi acostumbrada caminata a media tarde, esa en donde saludo al viejo del kiosko y puteo al alcalde de turno (Zalaquett jr.) por lo disparejo de la vereda, miro pasar a la gente y los puteo en silencio por tener algo que hacer en la vida, los perros de bolsillo cagan ahora en las paredes,maldigo y puteo (en anglo) a Tom Cruise por haberlos inventado para su re-puta "hija" (quise levantar las manos para las comillas pero me cansé).

Llego al WALMART/jumbo/unimarc/santa Isabel de la esquina, me quejo con el encargado por lo frío del aire acondicionado, por lo feo de su corbata, por lo estúpida de su cara y por su incompetencia al no poder solucionar mi requerimiento (no lo puteo, me cae bien el muchacho).Compro lo que necesito y a la vez lo que puedo cargar (una lechuga, pañales y una caja de té laxante), llego por fin a casa, me enfundo las pantuflas nuevamente, escribo un mail de reclamo al fabricante de los pañales por lo molestos que son sus nuevos pañales al vacío para alguien que no soporta ni su propia mierda.

Me siento en la terraza tomar un té (otra vez con limón, ¡con el jugo de limón mujer, con el jugo!) escucho algo de música y me siento tranquilo, me pongo a pensar y recordar, me recuerdo joven y feliz, me puteo, me puteo a gritos.



miércoles, febrero 4

:/ ... :) ... :D

Me preparaba para derramar la mierda (mi mierda) acostumbrada en mi blogsillo, quizás despotrincar en el tópico de moda, o dejar que mi triste pero chicharra letra haga de las suyas.

Pero no, hoy no.

Antes de abrir la tienda pasé al banco a depositar, enfundado en mi ceño fruncido natural entre a la sucursal del BBVA.Ya adentro el cuadro clásico: fila exclusiva clientes, fila público general, guardia de intimidante metro cincuenta, ejecutivos de camisa rosada, ejecutivas blondas semi arias y cajeros ojerosos/ocres tras el vidrio.

Todo encajaba, todo normal.


Hago la fila, publico general (generalmente la más larga y la más lenta) era el último, en la otra los fila los exclusivos clientes pasan raudos a ver sus ollas de oro, mientras yo espero,analizo y frunzo el ceño, con el compás de alguna melodía orquestada de esas que tanto gusta el chileno progre-bien.Minutos más minutos, minutos menos, se acerca mi turno, miro de reojo, una cabellera blanca se asoma detrás de mi, era la más tierna abuelita (esas de hornear galletas, crochet, pellizcos y bolsitas de dulces) esperaba su turno también.

Pase! balbucea el cajero,con esa voz imperceptible que le regala el cansancio y el vidrio blindado.-Pase Usted- le dije a la abuelita, ,me devolvió un tierno gracias, pasó, pagó,me sonrió,se fue. Y yo pasé, pagué y me fui.De camino al local los slogan positivos ( llámese "las pequeñas grandes cosas...", "hoy puede ser un gran día...", "i'm walking on sunshine, oh, oh...") me acompañaron en la caminata, quizás resulte toda esa majamama positiva y alegre, quizás en cierta media podemos ser o hacer feliz con poco, no con esas grandilocuentes postales de sonrisas familiares, mejillas rosadas y animales de ojos brillantes, sino con gestos que nos sacan un poco la cabeza de la mierda, lo suficiente como para respirar y volver a sumergirse.

Como a las 10.00 vi a la abuelita tomando desayuno en el Bravissimo justo frente al local, al rato pasó, me regalo galletas.