Aparte que no es grato ver a alguien sonriendo de la nada por la vereda, me incomoda la felicidad extrema, esos pómulos arqueados me parecen desafiantes, prefiero la mesura de la risa privada, el ejercicio fonético/muscular se los dejo a los míos.
Entonces dividamos aguas, vías segregadas para simplones de caras felices (previa muestra de intachable hoja de felicidad), propongo esto sentado en las bases de la alegoria pospuesta y la sacarina, el que se oponga que se limite a no mirarme en la calle (tengo un libro de Corin Tellado y sé como usarlo)

*Próceres adenlantados a su tiempo
1 comentario:
Estamos en la época en que ser feliz es igual a estar loco...
Saludos.
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